Matilda-El río y su continuidad (por Ricardo Cabral – name your price)

Cuna de la bandera Argentina, endiosada por las aguas del Paraná, la ciudad de Rosario es referencia en el mapa de los orígenes del rock, agraciada por escenas como la Nueva Trova, la resonancia de artistas como Fito Páez y Coki Debernardi, y un coto sonoro independiente de laboriosidad intermitente. Matilda es un proyecto electropop que grabó su primer disco en una casa abandonada de esa ciudad, durante el turbulento mes de diciembre de 2001. Las canciones de “Tres corazones rotos y un ordenador” rompían con el molde de sus contemporáneos: la voz al frente cantando sobre relaciones afectivas, melodías luminosas y muy pocos instrumentos. “Al principio la banda era bastante más naif, si escuchan nuestro primer disco se van a dar cuenta. Por eso nos parecía acorde que tuviera un nombre de mujer. Como yo era bastante fan de la película El perfecto asesino de Luc Besson, donde Natalie Portman personifica a Matilda, decidimos bautizar de ese modo a nuestro proyecto”, detalla Juan Manuel Godoy, mitad del dúo que se completa con Ignacio Molinos. El CD de baladas electrónicas fue el número 031 editado por el colectivo Planeta X, donde conviven todavía artistas disímiles como Sinapsis, Martín Arce, Juani y Aguas Tónicas.
Cuatro discos después, participaciones en compilaciones y andanzas por escenarios de todo el país, Matilda publica “El río y su continuidad”, nueve piezas que consolidan y elevan sus composiciones a la mejor faceta de música pop, aquella que transmite un mensaje con efectividad, voz sin bemoles, melodías pegadizas, letras para ser cantadas en la calle y en la disco, y bailar sin prejuicio en el horizonte. “Algo muere y algo está gestándose a la par / intención y necesidad / buscamos algo más / el misterio que nos pone a andar”, sentencian  las rimas de “Un amor”. “Las letras se volvieron un rasgo muy distintivo del proyecto, si suenan esperanzadoras es porque somos dos tipos que aún tenemos esperanzas. Es lo que hoy nos interesa transmitir…No entiendo nada de ciencias, pero suelo coparme con documentales sobre ciencia o historia. Eso, sumado a que fui padre, generó un combo de preguntas existenciales que derivaron en muchas de las letras del disco” agrega Checho. Con ese carácter se distinguen la canción que da nombre al disco, “Sartre en la TV” y “Nada se va”. Y ese afecto por dimensionar las relaciones humanas, un retrato profundo sobre el devenir de los ciudadanos de este tiempo, canción a tempo veloz entre beats y cuerdas, bien de arenga, como “A las canciones de amor”.
“El sonido del nuevo disco es un tanto más orgánico, o menos sintético. Veníamos de hacer un disco superminimalista como “Las acciones cotidianas”, siempre con la misma caja de ritmos y pocos elementos. Si bien ahora hay más sintes, los timbres en muchos casos son simulaciones de instrumentos acústicos como el acordeón y el piano…cuica, pezuñas, cabasa, grabamos muchas palmas para darle más vida a los temas y volvimos a usar la guitarra acústica”, agrega Nacho. Sobre lo que el ruidista Pablo Reche menciona como una “seña Matilda”, una preferencia por la voz al frente, bien notoria, Checho aclara: “es algo premeditado, no le escapamos al bulto de que somos un proyecto de música pop, particularmente quiero que se entienda lo que estoy cantando. Siempre fui fan de Federico Moura y Gustavo Cerati”.
Además de la dedicación a Matilda, Ignacio Molinos trabaja en el sello virtual Soy Mutante, del palo indie, post punk y new wave. Al momento publicó 36 discos entre los que cuentan las firmas de Ale Siniestro, Helena Nav, Tensión y muchos más artistas para explorar. Por otro lado, Checho pilotea Cursi y Melancólico en compañía de Rodrigo Jávega, un proyecto de canciones con mixtura psicodélica, folklore e indie folk, que acredita dos álbumes y un EP en preparación. Sin embargo, hoy el alma se posa sobre El río y su continuidad, obra de trovadores digitales, relatores sensibles en tiempo presente y futuro, a la manera clásica de los sólidos y etéreos conceptuales, que tienen reservado un lugar en la historia de la música popular de Argentina (por Ricardo Cabral)

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