Los gases de las vacas contaminan nuestro planeta (por Iohanna Küppers)

En la mayoría de los países del mundo lo que más se consume es carne vacuna. De la mano con el desmedido crecimiento poblacional que hay en nuestro planeta, el consumo de productos cárnicos alcanza niveles elevadísimos, acarreando consecuencias que afectan directamente al medio-ambiente: grandes poblaciones de ganado bovino, cuales ciudades, ocupan superficies exuberantes de tierra, consumen litros y litros de líquido, contaminan tierra, agua y aire con sus evacuaciones, degradan suelos, entre otras secuelas que se explican claramente en el video que ahora les compartimos del Center for Investigative Reporting, llamado “The Hidden Costs of Hamburgers” (El Costo Oculto de las Hamburguesas). Pero como podrán ver, por más que parezca increíble, dos de las cosas que más acarrean problemas ecológicos al respecto de las vacas, son sus gases y excrementos.

El problema principal, además de la sobre-producción de ganado, es que desde los 70´as estos animales, que por naturaleza se nutren de hierbas, son alimentados con maíz y soja (granos base también de casi todos los productos que encontramos hoy en los supermercados). Las vacas son rumiantes. Dentro de sus cuatro estómagos residen montones de bacterias que se encargan de degradar lo que ingrese a este complejo aparato digestivo. En este proceso, se libera gas metano, el cual es expulsado a la atmósfera en cantidades abismales. Cada animal de éstos lanza entre 3 y 4 litros de metano por día. Entre 1000 y 1500 litros al año por vaca. Si la cantidad de cría de vacunos fuera menor (no la sobrepoblación que existe hoy en día), y si éstos no fueran cebados con granos para los que no están naturalmente preparados, sin dejar de mencionar la cantidad de antibióticos y otros químicos que les son adicionados en sus organismos, el problema no sería tan grave. Pero como la situación es completamente opuesta a la mencionada, la eliminación de metano por parte de las vacas es aún más tóxica y nociva, llegando a competir con los gases que expelen automóviles, aviones y trenes. En Estados Unidos, por ejemplo, las vacas producen más gases de efecto invernadero que 22 millones de autos juntos al año. El caso es que este gas permanece menos tiempo en la troposfera que el CO2 (12 años contra 100 años), por lo que es capaz de absorber 24 veces más calor que éste. Su excremento, por su parte, es el causante de dos tercios de toda la polución mundial por óxido nitroso. Para revertir esta preocupante situación, científicos y especialistas de todo el mundo evalúan posibilidades de todo tipo. Principalmente se habla de cambiar la dieta de estos mamíferos. Variantes de leguminosas y trébol blanco figuran entre las propuestas de alimento que dan en el Instituto de Investigaciones Medioambientales de Aberystwyth, Gales. Otra idea proveniente de científicos de la Universidad de Hohenheim, Alemania, consta de una píldora que acompañada de una dieta especial, reduciría las emisiones de metano. Japón no se queda atrás, y habla de una pastilla que según cuentan tiene un costo de 50 ctvs. de dólar al día por animal, y que también ayudaría a reducir la cantidad de metano liberado sin alterar la calidad de la leche. En Reino Unido, personal del Ministerio de Alimentación y Asuntos Rurales, apelan a la ingeniería genética para prolongar la vida de estos animales. De esta manera, para la extracción de leche y producción de derivados no se incrementaría el número de vacas tan exponencialmente como pasa en la actualidad. Las posibles “soluciones” a este problema se ven todavía más aterradoras que la causa misma. Como propone el video, una buena forma de reducir estas emisiones, sería disminuir el consumo de carne. Pero al parecer, la mayoría de los que estudian la cuestión inclinan la balanza siempre hacia el lado del beneficio económico a corto plazo de las empresas que manejan este sector de la economía. Se siguen incorporando químicos y manipulando la vida de estos animales, incrementando seguramente las secuelas a futuro, tanto para el medio como para la salud de los consumidores. En Argentina se habla del aprovechamiento de este gas generado. Una idea un tanto loca, no por su finalidad sino por el medio para conseguirla, ya que para captar el metano del sistema digestivo de los rumiantes se evalúa la posibilidad de colocar tubos almacenadores conectados directamente al ano de las vacas. Estaría muy bueno poder aprovechar todo este gas, pero ¡¿entubar a las vacas!? ¿Ya no tienen demasiado las pobrecitas con la corta y triste vida que llevan hasta terminar en un asado? (Via Neo Teo)

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